El uniforme que visten los practicantes de judo se llama judogi, y no solo es una prenda distintiva de esta disciplina japonesa, sino también una de las más resistentes entre todas las artes marciales.
El judo, creado por Jigoro Kano a finales del siglo XIX, es un arte marcial que se basa en técnicas de proyección, control y sumisión. Debido a la naturaleza física de estas técnicas —como los lanzamientos, agarres y derribos— el uniforme debía ser lo suficientemente fuerte para soportar ese tipo de exigencia. Así nació el judogi, confeccionado con algodón grueso, costuras reforzadas y una estructura robusta que permite entrenar con intensidad sin dañarse fácilmente.
El judogi está compuesto por tres elementos principales:
A lo largo del tiempo, el diseño del judogi ha servido como inspiración para otros uniformes, como el karategi (karate) y el aikidogi (aikido), aunque estos tienden a ser más ligeros, ya que sus disciplinas no requieren el mismo tipo de resistencia al agarre.
Además, el judogi también cumple una función simbólica: representa respeto, disciplina y compromiso con el camino del judo. Los practicantes lo cuidan, lo ajustan con atención antes de cada clase y lo consideran una extensión de su actitud marcial.
Ya sea en el dojo, en una competencia o en una demostración, el judogi sigue siendo un ícono del judo y una parte esencial del viaje marcial de cada judoka.